Mi Señora de la Luna encarnada
¿qué no diera yo por lavar
las lágrimas y tu desesperanza?
¿Sabes qué daría yo por hallar
la cura de tus dolencias?
Tú, mi Niña Vampiro,
mi tentación, mi dulce deseo:
bebe mi sangre, toma mi cuerpo.
Para eso fuimos hechos eternos…